A todos os sonará la figura del Ratoncito Pérez. Ese ser que en nuestra infancia, cuando se nos caen los dientes de leche, viene por la noche y nos deja un regalo a cambio de un incisivo que hemos colocado debajo de la almohada.
En el popular barrio de Les Corts de Barcelona ha aparecido una obra de arte digna de mención. Jordi Fernández, colaborador y redactor de Urban Explorer, quien está detrás de la mayoría de descubrimientos de la ciudad de Barcelona nos cuenta cómo ha encontrado esta magnífica obra de street art.
Un día un vecino anónimo puso una pequeña puerta en la pared de su calle con el cartel de Ratoncito Pérez. A los niños del barrio les encantó la idea y empezaron a decorar a su manera la casa del ratón y la calle en miniatura que se iba creando poco a poco. Un niño llevo una sillita en miniatura, otro colgó un cartelito y otro una puerta de parking para el mini coche del ratón, incluso algún niño le llevó trocitos de queso para que se alimentase.
Poco a poco, a la desgastada fachada se le fue dando vida y, a la vez, se fue creando una ilusión a los niños del barrio de aquellas que son difíciles de olvidar. Una ilusión que recordarán siempre.
Tras el éxito de la casita del Ratoncito Pérez, otros niños crearon la casita de “Max, el gnomo”. Así es como se dio vida a una pequeña obra de arte anónima y urbana, una entrada a un pequeño mundo de ilusión creado por los niños y padres del barrio.